18 de agosto de 1978
En el lugar de la recámara donde estuvo enferma, donde murió y donde ahora vivo, en el muro contra el cual la cabecera de su cama se apoyaba, he puesto un icono -no por fe— y ahí pongo siempre flores sobre una mesa. Llego a no querer viajar más para poder estar ahí, para que las flores que están ahí nunca se marchiten.
Desde el 26 de octubre de 1977 -al día siguiente de la muerte de su madre— hasta el 15 de septiembre de 1979, Roland Barthes llevó un diario de duelo, 330 fichas, la mayoría de ellas fechadas, que constituyen un conjunto publicado aquí por primera vez.