Zeus, terriblemente enfadado con Prometeo y receloso de los humanos, se dijo a sí mismo: «Yo, a cambio del fuego, les daré un mal con el que todos se alegren de corazón acariciando con cariño su propia desgracia». Así lo escribe Hesíodo en Trabajos y días (58), y seguidamente describe cómo creó a la primera mujer: «El padre de los dioses y de los hombres ordenó al muy ilustre Hefesto mezclar cuanto antes tierra con agua, infundirle voz y vida humana y hacer una linda y encantadora figura de doncella semejante en rostro a las diosas inmortales» (60-63)