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Julian Barnes

Niveles de vida

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  • marteцитирует2 года назад
    Pero ahora, al menos, presto más atención a las voces sabias que resuenan. «La cura de la soledad es estar solo», aconseja Marianne Moore. Peter Grimes, por su parte (aunque no sea un modelo en todos los sentidos), canta: «Vivo solo. La costumbre arraiga». Hay equilibrio en palabras así, una armonía que conforta.
  • marteцитирует2 года назад
    Alphonse Daudet y Volker Kriegel
  • marteцитирует2 года назад
    No es otra cosa que el universo cumpliendo su cometido, y somos nosotros el cometido que cumple. Y así también, quizá, sucede con la aflicción. Imaginamos que la hemos combatido, que hemos sido resueltos, superado la tristeza, restregado la herrumbre de nuestra alma, y lo que en verdad ha ocurrido es que la aflicción se ha desplazado a otro sitio, ha cambiado su propósito. Para empezar, no hemos sido nosotros los que hemos traído las nubes, y carecemos del poder de disiparlas. Lo que en verdad ha ocurrido es que en alguna parte —o en ninguna— se ha levantado una brisa y otra vez nos estamos moviendo. Pero ¿adónde nos lleva? ¿A Essex? ¿Al Mare Germanicum? O, si es un viento norte, entonces quizá, con suerte, a Francia.

    J. B.

    Londres, 20 de octubre de 2012
  • marteцитирует2 года назад
    ¿Debería complacerme este sueño? Porque aquí surge la pregunta angustiosa que no tiene respuesta: ¿qué es el «éxito» en el duelo? ¿Reside en recordar o en olvidar? ¿En quedarte inmóvil o en seguir caminando? ¿En una combinación de ambas cosas? ¿En la capacidad de conservar intensamente el recuerdo del amor perdido, de recordarlo sin desfigurarlo? ¿En la capacidad de seguir viviendo como ella hubiera querido que vivieras (aunque esto es un terreno engañoso, al que es fácil que los dolientes se concedan ellos mismos libre acceso)? ¿Y después? ¿Qué pasa con el corazón? ¿Qué necesita, qué busca? ¿Alguna forma de autosuficiencia que evite la neutralidad y la indiferencia? ¿Y, acto seguido, una nueva relación que se fortalecerá con el recuerdo del ser que has perdido? Esto es como pedir lo mejor de ambos mundos, aunque desde el momento en que has sobrellevado lo peor de un mundo te sientes con derecho a ello. Pero este derecho —la creencia en un sistema cósmico (o incluso animal) de recompensa— es otra ilusión, otra vanidad. ¿Por qué tendría que haber una pauta precisamente en esto?
  • marteцитирует2 года назад
    Durante más de tres años seguí soñando con ella de la misma manera, con arreglo a la misma narrativa. Luego tuve una especie de metasueño que pareció poner fin a esta secuencia de labor nocturna. Y, como pasa con los buenos finales, no lo vi venir.
  • marteцитирует2 года назад
    [La gente dice que] conseguirás superarlo. […] Y al final logras superarlo, es verdad. Al cabo de un año, de cinco. Pero no lo superas de la misma manera que un tren sale de un túnel, con un brusco surgir al paisaje soleado del otro lado de los Downs, para comenzar el descenso rápido y traqueteante hacia el Canal de la Mancha; lo superas más bien a la manera como una gaviota se libra por fin de la pegajosa mancha de petróleo. Alquitranado y emplumado de por vida.
  • marteцитирует2 года назад
    Un amigo me dio Sostiene Pereira, una novela de Antonio Tabucchi que transcurre en Lisboa en 1938 y aborda por extenso el tema de la muerte y el recuerdo. El protagonista es un periodista que adora a su mujer fallecida de tisis unos años antes. Ahora achacoso y con sobrepeso, Pereira ingresa en una clínica de talasoterapia cuyo director, el doctor Cardoso, el brusco y prosaico «sabio» de la historia, le aconseja que debe deshacerse del pasado y aprender a vivir en el presente. «Si continúa así», le advierte Cardoso, «se pondrá a hablar con la fotografía de su esposa». Pereira le contesta que siempre lo ha hecho y que lo sigue haciendo: «Le cuento todas mis cosas, y es como si el retrato me contestase». Cardoso replica, desdeñoso: «Son fantasías dictadas por su superego». El doctor, muy seguro, insiste en que el problema de Pereira es que «todavía no ha elaborado el duelo».

    Elaboración del duelo. Suena como un concepto muy claro y sólido, con el aplomo de la primera palabra. Pero es fluido, escurridizo, metamórfico. A veces es pasivo, la espera a que el tiempo y el dolor desaparezcan; otras veces es activo, una atención consciente a la muerte y a la pérdida del ser amado; a veces, necesariamente, te distrae (el insulso partido de fútbol, la abrumadora ópera). Y hasta ahora nunca has realizado esta labor. No es remunerada pero tampoco voluntaria; es rigurosa pero no hay supervisor; es cualificada pero no hay aprendizaje. Y es difícil decir si haces progresos, o qué te ayudaría a hacerlos. Tema musical para jóvenes (cantado por las Supremes): «You Can’t Hurry Love». Tema musical para los viejos (con arreglos para cualquier instrumento): «You Can’t Hurry Grief»[4].
  • marteцитирует2 года назад
    No escribió esto como un marido satisfecho, sino como un observador solitario, incluso nueve años antes de conocer a Camille. Se casaron en 1880. Dieciocho años después, al mirar atrás, reflexionó:

    Estoy convencido de que el Sí que pronuncié el día de nuestra boda era una expresión de la certeza más absoluta e inequívoca que he tenido en mi vida. Una certeza más rotunda que todas las que he tenido sobre mi vocación.

    Ford Madox Ford dijo: «Te casas para continuar la conversación». ¿Por qué permitir que la muerte la interrumpa? El crítico H. L. Mencken estuvo casado con su mujer Sara durante un período de cuatro años y nueve meses. Después ella murió. Cuando llevaba cinco años viudo escribió:

    Es un hecho literal que todavía pienso en Sara todos los días de mi vida y casi cada hora del día. Siempre que veo algo que a ella le hubiera gustado me digo que se lo compraré para regalárselo, y siempre estoy pensando en cosas que decirle.

    Es lo que muchas veces no comprenden los que no han cruzado el trópico del duelo: el hecho de que alguien haya muerto puede significar que no está vivo, pero no significa que no exista.

    Así pues, hablo con ella continuamente. Es algo tan normal como necesario. Le comento lo que estoy haciendo (o lo que he hecho durante el día); le señalo cosas mientras conduzco; articulo sus respuestas. Mantengo vivo nuestro perdido lenguaje privado. Le tomo el pelo y ella me lo toma a mí; nos sabemos el libreto de memoria. Su voz me calma y me infunde valor. Miro una pequeña fotografía que tengo en mi escritorio y en la que su expresión es ligeramente burlona, y respondo a su burla, sea de lo que sea. Un breve diálogo aligera las triviales cuestiones domésticas: ella confirma que la estera del baño es una vergüenza y que habría que tirarla. Los extraños podrían considerar que es un hábito excéntrico o «morboso» o de autoengaño; pero los extraños, por definición, son quienes no han padecido el duelo. Externalizo a mi mujer sin esfuerzo y de un modo natural porque ahora la he internalizado. La paradoja del luto: si ya he sobrevivido a cuatro años de su ausencia es porque viví cuatro años de su presencia. Y su continuidad activa desmiente lo que he afirmado con pesimismo antes. La aflicción, al fin y al cabo, en ciertos sentidos puede convertirse en un espacio moral.
  • marteцитирует2 года назад
    A un hombre se le conoce a través de su compañera o de su mujer. Cada mujer explica al hombre que la ama y viceversa: él la explica a ella. Es raro que un observador no encuentre una infinidad de conexiones íntimas y delicadas entre ambos. Creo que la mayor felicidad siempre deriva de la mayor armonía.
  • marteцитирует2 года назад
    Bonnard pintaba a Marthe, su modelo, su amante y su esposa, como una muchacha desnuda en el baño. La pintaba así cuando ella ya no era joven. Siguió pintándola así después de su muerte. Un crítico de arte, reseñando una exposición de Bonnard en Londres, hará unos diez o quince años, calificó esta costumbre de «morbosa». Incluso en aquel entonces a mí me pareció lo contrario, y totalmente normal.
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