Llegué a la novela porque ahorita ando bien picada con el tema de la maternidad, y no porque traiga el útero alborotado, sino porque me parece una de las cosas más complejas e inimaginables de la vida. Esta historia me hizo chicharrón las tripas, de por sí pensar en un “caso de maternidad típica” ya es algo como de ciencia ficción (con todos esos procesos físicos, hormonales, psicológicos); llega la situación de Alina y pues se pierde toda noción de expectativa. Otra cosa que disfruté muchísimo fue percatarme que la maternidad muchas de las veces es colectiva y seguirá siendo. Parece que esta perspectiva es nueva pero quizá solo es novedad enunciarla así mas no en la práctica; entre vecinas, amigas, abuelas, primas, compañeras, etc., las labores del cuidado y formación están ahí repartidas volviéndonos el fruto de mil madres a la vez.
Me gustó que su temática es uno de los tantos roles impuestos a la mujer: la maternidad. Hablar de ello de una forma más humana: cruda pero real y no tan rosa, es más que necesario. Me gustó que está presente el concepto de la crianza colectiva, así como la libertad de decisión sobre nuestros cuerpos. Es una lectura ligera pero sustanciosa. A pesar de que habla de una enfermedad no te hace sentir lástima, sino mucha empatía por esa lucha diaria de Alina en su proceso de autodescubrimiento como madre sin soltar a la mujer que ya era.
Intensa, a veces triste sin caer en el drama, solo como la vida. Mujeres como uno tratando de vivir el amor en todas sus formas. Suave en su lectura como una historia contada al oído.