Llegué a la novela porque ahorita ando bien picada con el tema de la maternidad, y no porque traiga el útero alborotado, sino porque me parece una de las cosas más complejas e inimaginables de la vida. Esta historia me hizo chicharrón las tripas, de por sí pensar en un “caso de maternidad típica” ya es algo como de ciencia ficción (con todos esos procesos físicos, hormonales, psicológicos); llega la situación de Alina y pues se pierde toda noción de expectativa. Otra cosa que disfruté muchísimo fue percatarme que la maternidad muchas de las veces es colectiva y seguirá siendo. Parece que esta perspectiva es nueva pero quizá solo es novedad enunciarla así mas no en la práctica; entre vecinas, amigas, abuelas, primas, compañeras, etc., las labores del cuidado y formación están ahí repartidas volviéndonos el fruto de mil madres a la vez.
Me gustó que su temática es uno de los tantos roles impuestos a la mujer: la maternidad. Hablar de ello de una forma más humana: cruda pero real y no tan rosa, es más que necesario. Me gustó que está presente el concepto de la crianza colectiva, así como la libertad de decisión sobre nuestros cuerpos. Es una lectura ligera pero sustanciosa. A pesar de que habla de una enfermedad no te hace sentir lástima, sino mucha empatía por esa lucha diaria de Alina en su proceso de autodescubrimiento como madre sin soltar a la mujer que ya era.
En este libro se tocaron tantos temas de manera tan orgánica y coloquial que me hizo desear que todos hablaran de esta formar.
Maternidad, feminismo, eutanasia, relaciones tóxicas familiares y románticas, salud mental, son algunas de las cosas que se narran a través de tres madres y una mujer que conecta está profunda historia.
Primero está madre que no quería serlo y mil cuestionamientos ocurren cuando cambia de opinión y pare a una hija con problemas graves de salud. Su lucha es dolorosa, constante y nos deja cuestionando la moralidad, el amor maternal y romántico, los celos y la ansiedad.
Luego está la madre que padece un trauma por violencia doméstica, que aunque su victimario yace muerto, ni ella ni su hijo han podido escapar de esa violencia que los hiere y hace herirse entre sí a cada minuto. Un grito desesperado de "ya no puedo más".
También está la madre que ha sido devota de sus hijos, pero que por ellos sacrificó sus sueños y planes. Que si bien no se arrepiente de haberlos tenido, quizá hubiera sido diferente de haber tenido elección.
Y por último, la mujer, amiga, vecina e hija, que conecta a estás tres madres. Que decidió no ser una de ellas pero apoyarlas, ayudarlas, comprenderás, acompañarlas, mientras iba aprendiendo en el proceso.
Lo amé profundamente. De mis mejores lecturas del año.