Antes, Rocío era otra. Antes de intuir que la mirada de Feliciano era enigmática porque ocultaba un secreto de verdad, uno capaz de detener el vórtice de simulaciones, odios y depresión que poco a poco amenaza con engullirla desde que llegó a la ciudad. No, Rocío ya no es la de antes; ahora también ella guarda un secreto.