Andrew y el letrista Tim Rice tardaron un año y medio en completar la partitura de lo que, en aquel tiempo, fue un reto: reescribir la historia de Jesús con música, algo que no sentó nada bien a las autoridades religiosas del momento, que la acusaron de blasfema o de ser una herejía, sin darse cuenta de que gracias a la obra millones de jóvenes conectaron de nuevo con la religión católica.