El futuro llegó hace rato. Y aunque el mercado de los libros siga existiendo como en el siglo pasado, porque compramos en librerías, leemos reseñas, identificamos proyectos editoriales, vamos a presentaciones y charlas con escritores, lo cierto es que la irrupción de las redes sociales y el acceso a plataformas para escribir y publicar textos lo han modificado todo. De pronto importa poco la obra y gana protagonismo el personaje que escritoras y escritores construyen de sí mismos para circular en la vida digital. Por sus posteos en Instagram, Facebook o Twitter, algunos se convierten en influencers con miles de seguidores. Otros siguen buscando el reconocimiento en la secta de los lectores intensos y exquisitos, y ni se les ocurre “existir” en las redes.
¿Qué fue del escritor comprometido y de lo que antes se llamaba la función social de la literatura? ¿Qué del escritor vanguardista, absorto en la experimentación con las palabras y en tensión con el mercado? En un mundo hegemonizado por las corporaciones de extracción de datos, con una esfera pública atravesada por discursos políticos pobres que a lo sumo enuncian buenas intenciones, ¿cuáles son las posibilidades de la literatura si no quiere convertirse en un ritual anacrónico de huida del mundo? En once poderosas hipótesis, Hernán Vanoli busca entender las condiciones de producción y circulación cultural hoy, sustrayéndose a la euforia tecnológica y a la nostalgia de un campo literario que tal vez nunca existió.
Sin alimentar las idealizaciones que sostienen a la secta literaria –el mito de que las editoriales alternativas garantizan la bibliodiversidad en tanto que las multinacionales intentarían abolirla, el mito del compromiso con las causas nobles–, Vanoli pone el foco en las mutaciones materiales que obligan a repensar la figura de los escritores, el ecosistema editorial y el lugar del mecenazgo y de las políticas públicas en la construcción de ciudadanía cultural.