Dios fulmine a la que escriba sobre mí

Los objetos son inertes y sólo tienen significado en función de la vida que los emplea. Cuando esa vida se termina, las cosas cambian, aunque permanezcan iguales. Están y no están allí, como fantasmas tangibles, condenados a sobrevivir en un mundo al que ya no pertenecen.

Marguerite Yourcenar decía que una de las mejores maneras de conocer a alguien es a través de sus libros. Algo de verdad debe haber ahí.

Espero que mis gatas del futuro sean grandes lectoras porque, como van las cosas, serán mis herederas universales.

veces la melancolía me invita a escribir mi propio monumento, en el que papá carezca de asperezas, y de paso me evite que lo juzguen con la dureza con que yo misma lo juzgué. Hacer un héroe. Un poeta incomprendido en contra del mundo. Un panfleto de amor.

objetos de quien muere son algo así como utilería en una película que ya se terminó de filmar. Reposan en el limbo de haber cumplido su propósito.

El abrazo más necesario. Somos también lo que hemos sido para las demás.

La violencia no es sólo acción, es también inacción. Cuando los romanos querían castigar a un mal emperador, un mal general, una mala figura pública, aplicaban damnatio memoriae, un peculiar procedimiento que implicaba borrar todo registro del personaje: desde las caras de las estatuas hasta las monedas con su rostro. El mayor castigo es ser olvidado.

pensar en qué momento la vorágine de cambios cada vez más veloces nos relegará a una onda que ya no es onda

pensar en qué momento la vorágine de cambios cada vez más veloces nos relegará a una onda que ya no es onda

Un trauma familiar es, de alguna manera, también una herencia. A lo mejor si empiezo a llamarlos así, me es más fácil tirarlos a la basura, como si de desechar un objeto se tratara.