«¿Solo?», podría haber preguntado, a su vez, francamente desconcertado. «¿A qué te refieres?»
El niño ciego de nacimiento no sabe que es ciego mientras no se lo digan. Aun entonces tiene sólo una idea muy académica de lo que significa la ceguera. Sólo quienes han podido ver anteriormente comprenden de verdad qué es eso. Ben Hanscom no tenía la sensación de estar solo porque nunca había vivido de otro modo. Si aquello hubiera sido algo nuevo o más localizado, habría podido comprenderlo, pero la soledad abarcaba toda su vida y, a la vez, la superaba. Era, simplemente, como su pulgar torcido o la extraña melladura de uno de sus dientes, aquella que tocaba con la lengua cuando se ponía nervioso.