Puede que esta historia sea una casualidad. En realidad, tal vez se trate de una sincronicidad. El objetivo original de esta investigación era entender el nivel de empatía presente en enfermeras y enfermeros al desempeñar su rol. Luego del primer grupo focal, la sensación fue que no valía la pena realizar la investigación: la generación de empatía estaba naturalizada, internalizada en este grupo a tal punto que, entonces, no se preveía ningún otro hallazgo valioso. Y sin embargo, al analizar el material de ese primer encuentro, quedó expuesta la serendipia: en su afán por acompañar a un otro, estos profesionales quizás estaban poniendo en riesgo su autocuidado. Y todo lo implicado en esto.
¿En qué medida, la generación de empatía es clave en un proceso de comunicación, de acompañamiento, de cuidado? ¿De qué manera, sin embargo, incluso en el cuidado más humano y humanizador, cabe hablar de “ponerse a uno mismo en primer lugar”? ¿Qué tanto tienen en cuenta los profesionales de la salud y, además, cada uno de nosotros desde su propio rol, que toda comunicación de calidad se construye primero y únicamente sobre una autoestima sana? Y, en todo caso, ¿cuánto tenemos en cuenta quienes trabajamos con equipos, con personas, que todas estas cuestiones son dimensiones fundamentales de la gestión del liderazgo y de la comunicación?