Quise, Vallejo, disfrutar
a la que tanto te dolió –junto a otros sudacas
como en ella les llaman con injusticia, a veces–
Y no era tiempo.
Nuestra imposible semejanza termina aquí frente al bifurcado
camino que entró contigo al mito de España
y el que, en la realidad, no llega a ella
por las menesterosas razones de costumbre.
Pero, igual, tú eres César
a mí me representas, no yo a ti
Y estás en todas partes