El paisaje de Monclova y de Cuatro Ciénegas es el mapa en que se trenzan los tiempos de dos hermanos, sus vidas, sus amores, sus muertes, con un ritmo roto que permite que esos vehículos que cruzan el desierto, esas casas a medio hacer o a medio arruinarse, esos fósiles de un mar prehistórico no solamente cuenten una historia de amistad y celos y violencia, de iniciación y maduración, sino que sugieran las ausencias y los fantasmas que recorren esos espacios. Esta novela muestra a un autor capaz de manejar todos los registros del realismo, desde los más desnudos y puercos hasta aquellos que vencen las fronteras de la costumbre.