Un libro es como un molde que se le aplica a algo sin forma.
La cosa sin forma de la que hablo es la intersección entre los días y el espacio.
El espacio es antes que nada mi barrio.
Oh cómo amo mi barrio!
O quizás lo que amo es ir siempre a los mismos lugares
y hacer las cosas de siempre,
comprar la cinta aisladora para arreglar
la manguera, buscar la verdulería que tenga más baratas las cerezas,
tomar todos los días un café en el mismo bar a la misma hora.
Es que para que la cosa sin forma brote, los días tienen que ser siempre iguales.
Entonces llega el libro, el molde
que se coloca sobre esa mezcla de mis células y las calles de Once,
el libro es como un molde de aluminio acanalado que uso para cocinar,
son los litros de sangre corriendo por mis venas, que quizás alguna vez fueron el agua
de algún río que antes corría por donde ahora hay cemento;
molde, sangre, calle, tiempo, libro.