Para ello, volvamos al término del cual deriva la palabra “arte”, el latín ars que conservó largo rato dos significados hoy disociados: ars, según Erwin Panofsky, “indica la capacidad consciente e intencional de producir objetos [...] de la misma manera que la naturaleza produce fenómenos [...]. En ese sentido, la actividad de un arquitecto, de un pintor o de un escultor podía, en pleno Renacimiento, definirse aún como arte de igual modo que la actividad de un tejedor o de un apicultor”.(8)