La importancia y el atractivo de este libro son indudables. Se trata del tercer tomo de la que es muy probablemente la biografía literaria más ambiciosa y cumplida que se haya escrito en México, que por añadidura versa sobre quien concebiblemente ha sido el escritor mexicano más universal. Octavio Paz es un mito y fue un admirable mitólogo y mitógrafo. Sheridan lo admira cumplidamente, pero su mirada no se vela con el asombro o la insolación o el rencor que afectan a otros. Nos hace el gran favor de mirar fríamente “la particular mitología de Paz”, “el complejo sistema crítico [que abarca] la religión y el arte, la antropología y el erotismo, la sociedad y la historia”.
En los dos primeros tomos, Guillermo Sheridan conversó sobre detalles históricos, políticos, geográficos y sobre la órbita de ideas sucesivas de Paz. En este tercer volumen, sus palabras tratan (casi exclusivamente) de la lidia del Poeta con el Amor, y por tanto de OP y Elena Garro, y de OP y Bona Tibertelli de Pisis. Desde luego, en los tomos anteriores Sheridan ya nos había hablado de la famosamente infeliz relación con Garro, y con la hija de ambos Helena, pero aquí se ocupa de las interminables cartas de amor desesperado del joven filocomunista de veintidós años a la adolescente Elena y de las candentes misivas a Bona en los años cincuenta.
Sheridan es un prosista de palabras y ritmo impecables, un acucioso y erudito investigador académico, un conocedor íntimo de la vida y la obra de Paz, que al mismo tiempo posee un conocimiento sensible y magistral de la Poesía. Como éste es un libro sobre el Amor y la Poesía, Sheridan también aplica su fino microscopio a Piedra de Sol, obra maestra o torre mayor que tiene que ver con Bona, sí, pero también con Jung y Nerval y Rilke y Breton y Lawrence, y con México.