Pero en Nochebuena su tío tuvo que emborracharse hasta la locura y cometer el más necio y salvaje de los errores, que puso a toda la comarca en guardia. En ese momento supe que se había traicionado él solo y, cuando se viera con la soga al cuello, jugaría la última carta y diría el nombre de su amo. Por lo tanto, tenía que morir, Mary Yellan, y su tía, que era su sombra, también; y si hubiera estado usted en la posada aquella noche cuando pasé por allí… no, usted no