Redactadas entre 1929 y 1945, las Memorias de cocina y bodega son muestra de la libertad y pluralidad en la obra de Alfonso Reyes. Lejos de ser un recetario, a la manera de los Cocineros mexicanos o una historia de la cocina como la de Salvador Novo, esta obra es un registro de las experiencias que en el comer y el beber disfrutó Reyes, y una evocación de lo que sobre ello se ha escrito. Así, a lo largo de diecisiete “Descansos”, ilustrados por Elvira Gascón, el lector va paladeando las comidas y los vinos y los licores de España, Francia, Sudamérica, Brasil, Estados Unidos, México, Italia y los países germánicos y nórdicos; se divierte con injurias contra los alimentos sintéticos y con elogios de ciertos vinos y del café y chocolate, y se entera de los despropósitos a que puede llevar la sinestesia.