Mambrú perdió la guerra

Tanto dolor de los otros me producía dolor a mí también

Tanto dolor de los otros me producía dolor a mí también

Si me da hambre y la abuela no ha salido, me voy con Mambrú a la tienda a comer empanadas. A los dos nos encantan. Él y yo estamos hechos el uno para el otro, como mis papás.

Con o sin defecto, quiero mucho a mi perro. Es mi compañero y le perdono todo. Nunca me deja solo.

sólo contra las botellas que instaló sobre un tronco carcomido.

Todo se ve sucio, empolvado. ¡Quién sabe cuánto lleva este botín aquí escondido! Con cierto temor, bebo agua. Por lo pronto prefiero no abrir los enlatados. No sé si están vencidos. Además

Cae la noche mientras tomo el camino a casa. Me arrepiento de haber dejado la bicicleta. Si la tuviera, ya habría llegado

Después de las visitas a los refugiados, siempre me sentía mal durante días. Tanto dolor de los otros me producía dolor a mí también.

Emiliano, tienes que conocer la realidad de tu país. No todo son videojuegos ni series de televisión. El futbol es bueno pero ya es hora de que ayudes a mejorar la situación de tus vecinos que han tenido menos oportunidades que tú

No entiendo cómo un perro puede ser tan paciente. Si fuera yo, al rato me aburriría y me iría por ahí en busca de algo más divertido que esperar a alguien. Así es Mambrú, siempre pendiente de esperarme y de acompañarme.

¿Por qué no me llevaron con ellos? ¿Por qué me escondieron en este lugar? Quiero saber más, quiero que me cuenten. Ya tengo edad para entender… y para callarme también, si es que hay que guardar secretos.