la novela, en la medida en que presenta, como Henry James afirma, un «registro» moral y una «proyección» moral, presenta a sus personajes y acontecimientos concretos como muestras de algo que podría suceder en una vida humana (véase Aristóteles, Política, cap. 9). Por tanto, sus actividades e imaginaciones concretas adoptan, gracias a la concepción jamesiana de la tarea del novelista, una relevancia universal.