Sonetos de Diego Hurtado de Mendoza
Fragmento de la obra
I La soledad
Amable soledad, muda alegría,
que ni escarmiento ves, ni ofensas lloras,
segunda habitación de las auroras;
de la verdad primera compañía.
Tarde buscada paz del alma mía, 5 que la vana inquietud del mundo ignoras,
donde no la ambición hurta las horas,
y entero nace para el hombre el día.
¡Dichosa tú, que nunca das venganza,
ni del palacio ves, con propio daño, 10 la ofendida verdad de la mudanza,
la sabrosa mentira del engaño,
la dulce enfermedad de la esperanza,
la pesada salud del desengaño!