Este libro es el inicio de la saga en la que Zola nos irá poco a poco presentando a los peculiares miembros de la familia de los Rougon-Macquart. Es éste un prolífico clan, sus miembros caracterizados por su tendencia a los placeres y las pasiones carnales, como el mismo Zola nos explica con sus propias palabras:
«Los Rougon-Macquart, el grupo, la familia que me propongo estudiar, se caracteriza por el desbordamiento de los apetitos, la amplia agitación de nuestra época que se abalanza sobre los placeres… «
El marco histórico y social en el que la vida de estos personajes transcurre es una época de gran convulsión política y social, que comienza con la caída de la República, la coronación de Napoleón III y su posterior destronamiento tras las guerras prusianas, y en medio de todo esto se encuentran haciendo sus vidas los descendientes del tronco común Rougon-Macquart.
Por un lado los Rougon representan la codicia y la ambición, por el otro los Macquart son la delincuencia, el alcoholismo y las adiciones. Por un lado la ascensión social de los primeros, por el otro la decadencia y estrepitosa caída social de los segundos.
La narración no sigue una trayectoria lineal, la acción principal va siendo interrumpida por episodios que son como ramas del tronco de la saga, de la misma manera que los personajes lo son del tronco común de esta familia, y así Zola, con su característico estilo realista y con fieles descripciones del mundo que le rodea, nos hace partícipes de la realidad social y política de la época, y de los enfrentamientos políticos resultado de los sucesos de 1848.
Nosotros, los lectores, sentimos que pese a haber pasado casi 200 años desde las coordenadas temporales en que sucede la acción, las aventuras y desventuras de los miembros de esta extravagante familia no han perdido vigencia ni actualidad.
Émilie Zola (1840–1902) fue un escritor francés, considerado el padre y el mayor representante del naturalismo. Fue el impulsor de la novela experimental y utilizó la naturaleza como espejo para retratar los dramas y las pasiones humanas, en la que la subjetividad del autor desapareciera tanto como fuera posible. Su aspiración fue realizar una novela fisiológica que derivó hacia ideas progresistas influida por las teorías utópicas de Comte, Fourier y Proudhon.