En días tristes, cuando la tensión la asfixia, cuando no sabe qué decidir, también se imagina sola, flotando, muerta en el río, con los brazos abiertos y relajados, el pelo disperso como una medusa, los pezones mordisqueados por los peces. Se piensa contemplando con los ojos abiertos indefinidamente el misterio cenagoso y abisal.