Oblómov sintió un sereno júbilo al pensar que él desde las nueve hasta las tres y desde las tres hasta las nueve podía quedarse en su casa, en el diván; que no debía presentar ni escribir ningún informe; que tenía libertad para sus sentimientos e imaginación.
Azdra Leniцитирует2 года назад
Estar tumbado no era para Oblómov una necesidad como lo es para el enfermo o para el que tiene sueño, ni una casualidad como para el que está cansado, ni siquiera un placer como para el perezoso: era su estado normal.