Nuestras palabras

Nadie tenía más conciencia de la miseria humana que los griegos —son ellos los que escribieron las primeras tragedias— pero al mismo tiempo creían realmente en la dignidad de los seres humanos. Para concluir, quisiera decir en francés: est-ce que ce ne serait pas bien de raviver un tel sentiment aujourd’hui?2 ∞

una especie de elitismo, todo lo contrario de la igualdad

Y por supuesto tiene su cuota de humor la idea de que la palabra «bárbaros», que ahora usamos para describir la violencia y la falta de cultura, originalmente significa «los que no hablan griego»

Finalmente, Aquiles cede y los dos hombres lloran juntos, cada uno con su propio duelo. Y el poema épico concluye con los funerales en paralelo de troyanos y aqueos. De la misma manera, la Orestíada de Esquilo nos relata una serie de asesinatos que finalmente desemboca en la creación de un tribunal: Orestes no es condenado y así se pone fin a la violencia.

En segundo lugar, los valores y objetivos que los griegos expresaban en el marco de sus discusiones son muy semejantes a los que ahora definimos como europeos: respeto mutuo, tolerancia, etcétera.

En primer lugar, amaban el análisis y el debate, y contraponían una tesis a la otra a fin de formarse una idea más exacta. Organizaban simposios con el tema de los guerreros, de los dioses y más tarde también de la democracia ateniense, con el propósito de convencerse entre ellos —y, por qué no, a sí mismos— con argumentos. Creían en el poder de la palabra; como decía Pericles, no oponían la palabra a la acción, sino que consideraban aquella como la justificación y el esclarecimiento de ésta.

Sus héroes no eran de una determinada extracción social, y en sus obras no se prestaba ninguna atención excesiva a sus circunstancias específicas. Al contrario, siempre trataban de representar, todos ellos, una cierta imagen general de lo humano.

En primer lugar, me refiero al hecho de que los grandes héroes simplemente eran seres humanos: a diferencia de lo que vemos en las epopeyas de otras culturas, no son una suerte de semidioses con muchos ojos o brazos que envían a decenas de personas a la muerte como si nada. En la Ilíada, por ejemplo, cuando Héctor se despide de su esposa y su hijo no es distinto de otros jóvenes que van a la guerra: sabe que puede morir, pero también que tiene que cumplir con su deber. Y si eso nos emociona, es precisamente por ese rasgo humano que se manifiesta hasta en los héroes.

políticos especializados, todos eran generalistas), juntos abordaron esa búsqueda del ser humano.

juntos (quiero decir que no había filósofos ni poetas o políti