Una semana de vacaciones

También ella tiene hambre, pero no lleva dinero.

Le habla de Nietzsche. Cita una frase suya en alemán que significa que a todo ser le conviene perseverar en su ser.

Tras varias acometidas. Ella afloja la cabeza, se derrumba. Llora.

promete que no harán nada que ella no quiera.

Ha caído la noche. Ella mira por la ventanilla. Sólo ve sombras que desfilan.

Un día, tendría unos treinta años, iba conduciendo y, al atravesar una pequeña población, atropelló a alguien, la persona cayó, y él aceleró, se largó.

«¿No te hago daño?» Vuelve a empezar. «No me contestes, sigue, sobre todo no apartes los labios de mi sexo. Si te hago daño al apretarte los senos con la mano, levanta una rodilla hacia un lado, o un pie. ¿Va bien? ¿No te hago daño? ¿Puedes menear un poco las nalgas, por favor?, de derecha a izquierda, son tan bonitas... Muchas mujeres te las envidiarían, ¿sabes?»

«No, no es sudor. Está mojado porque te acaricio, y te gusta. Porque eres sensual. Eso significa que te complace. Que eres feliz.»

Dice que ha entendido perfectamente lo que le ha pedido hace un rato. Pero que lo que siente por ella en ese momento es demasiado fuerte.

Él explica que en alemán para hablar de ese verde dirían satt grün, es decir, un verde muy fresco, muy nítido. Que satt significa saciado. Que un alemán que ha comido bien dice «ich bin satt», y que satt grün significa que las hojas del árbol son tan verdes que están saciadas de verde.