La mano que cura

Lo sé como se saben las cosas verdaderas, con el vientre.

Te abrieron los ojos los poderes, me responde, aunque yo apenas la escucho.

«La escribiré con sangre
con tinta sangre del corazón».

entendió en las vísceras que ese momento necesitaba silencio, que no había palabras que pudieran entrar en la habitación.

Entendió que eso ahí, entre sus brazos, era el silencio

Aprendí a hacer silencio en esas oscuridades programadas, a escuchar con atención, a coger las palabras y guardármelas y mirarlas luego como se miran los objetos de una colección.

Pienso que la mejor muerte para la biblioteca del papá es que pase a habitar otras bibliotecas donde cada libro quepa lógicamente, amorosamente.

El apartamento es puro polvo inexplicable,

Sus libros, que eran el mapa de su vida

Es extraño que un dolor compartido nos aleje de formas tan sutiles.