la pequeña mancha negra en el corazón apenas era perceptible, el minúsculo deseo de estar solo y leer en paz, sin que nadie me exigiera nada, desapareció enseguida. Pero llegó el momento en el que ya no desaparecía, sino que, por el contrario, se iba metiendo dentro de los siguientes estados de ánimo y actos. Si de verdad me amas, tendrás que dirigirte a mí sin exigencias, pensaba, pero no lo decía, quería que se diera cuenta por sí misma