to español exagerado, por si eso le gustaba. Luego lo llamé “Alberto”, por si eso sí le gustaba. De resto, no hice más que recordar a mi familia de indolentes: cuáles eran nuestros puestos en la mesa del almuerzo el día en que nos contaron que un negro se había ahorcado. Hasta que no fui capaz de seguir haciendo ningún esfuerzo por ayudar a que Albert pasara la tarde, y dejé que a Albert le fuera de cualquier manera dentro de mí, fuera de mí, dentro de mí, fuera de mí.