Varia imaginación

De esas excursiones poco recuerdo. En general me resistía a ir, quería quedarme en casa, terminaba por dejarme convencer, por las buenas o por las malas. Mi única preparación era llenar una bolsa de libros por si en algún momento del viaje me dieran ganas de leer.

El placer retórico de perfeccionar lo que habrán farfullado (o no) los hombres célebres (porque nunca las mujeres, salvo Juana de Arco) al sentir que morían, “Muero contento, hemos batido al enemigo”, “¡Ay, patria mía!”, “España, voy a España” o su alternativa menos comprometida, “Palais Royal”, “Más luz”, “Bajen la luz”, o “Rosebud”, es innegable.

Este es un territorio peligroso, lo sé. Con la enfermedad no se juega, ni para contar sus visitas. Acaso debería callar. Pero hoy me duele el costado derecho y estoy desganada y tengo el cuerpo muy presente. Hoy me siento enferma.

Recuerdo estas palabras de mi infancia, en tardes en que hacía los deberes y escuchaba hablar a mi madre y a mi tía que cosían en el cuarto contiguo. Reproduzco este desorden costurero en su memoria.

Ahora es abril pero a veces creo que estamos en septiembre.

La ficción siempre mejora lo presente.

: Yo no sé mucho de esos amores.

Cedo a una moda de lectura, lo sé.

. Mi única preparación era llenar una bolsa de libros por si en algún momento del viaje me dieran ganas de lee

Nada asegura, sin embargo, que sean menos apócrifas que las que recita la muchachita mexicana, a diario, en su museo.