A los nueve años, Lola recibe un disparo que le provoca la pérdida de un ojo. No recuerda quién le disparó. Descubre la bala en una radiografía y empieza su búsqueda por la verdad. A medida que avanza en su investigación, se va distanciando de su familia y advierte que la injuria sufrida queda redoblada por el ocultamiento, que no le permite hacer foco. La reconstrucción del acontecimiento devela no solo esa verdad sino otras que van surgiendo a lo largo de la novela.
En Lo último que vi con mis ojos Marcela Chaoul combina hábilmente dos historias: la de la sanación de la protagonista, que a la hora de enfrentar la vida adulta aún sufre las consecuencias físicas y emocionales de los abusos familiares, y la de la reconstrucción de la escena del disparo que marcaría su futuro. Contundencia, sensibilidad e ironía se entrecruzan en una novela que explora la fuerza del espíritu humano y su capacidad de encontrar la belleza en medio de la adversidad.