Entre los extraños en las ciudades, por ejemplo, amae se convierte en la práctica de tanomu; la conducta tanomu parece dramatizar el hecho puro y duro del desamparo: ligeras sonrisas de deferencia, las manos vueltas ligeramente hacia delante en gesto de súplica. Los extraños en las ciudades japonesas que practican tanomu para pedir información, para comprar o en los bares, esperan no obstante verse tratados con reciprocidad. Cada momento de entrega crea una conexión inmediata entre gente que no se conoce.16 La comparación que realiza el psiquiatra Takeo Doi de amae con lo que el psicoanálisis occidental llama «amor objetal pasivo» es forzada.17 Es forzada porque en Japón la entrega no es una vergüenza; la vergüenza se da en una persona que no responde, en el individuo indiferente