London se refería a la tristeza del alcoholismo como una «tristeza cósmica», no una pena pequeña, sino inmensa. Según la antigua canción popular que estaba en el origen del personaje, John Barleycorn era la personificación del alcohol etílico, un espíritu que sufría los ataques de borrachos doblegados por la botella, hombres que buscaban revancha por lo que él les había hecho. En la novela de London, era más bien una sádica hada madrina que concedía a sus protegidos el cruel don de una sabiduría desoladora. Sin duda había visitado a los escritores legendarios de Iowa, los mismos que proyectaban su larga y tambaleante sombra sobre los reservados con mesas cosidas a rayajos de los bares en los que nosotros nos reuníamos.