Una humilde propuesta. La batalla de los libros

Declaro en la sinceridad de mi corazón que no tengo el menor interés personal en procurar que se promueva este necesario trabajo y que nada me ha motivado, salvo el bien común de mi país, obtenido al adelantar nuestro comercio, mantener a los niños, aliviar al pobre y dar algún placer al rico. No tengo bebés por los que me pudiera ganar un centavo; el más joven tiene 19 años y mi esposa ha rebasado la edad de procrear.

Por lo demás, no estoy tan violentamente empeñado en sostener mi propia opinión como para rechazar cualquier otra idea, propuesta por hombres sabios, que pueda resultar igualmente inocente, barata, sencilla y eficaz.

No puedo pensar en objeción alguna que pudiera llegar a plantearse contra esta propuesta, salvo que se alegara que, por ella, el número de pobladores se vería muy disminuido en el reino.

con humilde respeto

No obstante, con la debida deferencia a este excelente amigo, patriota de gran mérito,

me ha asegurado que un bebé sano y bien amamantado es, al cumplir un año, el más delicioso, nutritivo y sano de los platillos,

Un americano sumamente conocedor,

Por lo anterior, ahora debo proponer con toda humildad mis propias ideas, las cuales espero que no susciten la más mínima objeción.

Y, exactamente a la edad de un año, propongo encargarnos de ellos de tal forma, que en lugar de ser una carga para sus padres o para la parroquia, o de necesitar comida y vestido por el resto de sus vidas, puedan, por el contrario, contribuir a alimentar, y en parte a vestir, a muchos miles.

Por mi parte, habiendo dado vuelta por muchos años a algunas ideas en torno a este importante tema, y sopesado con detenimiento muchos datos de otros proyectistas, siempre los he encontrado crasamente equivocados en sus cálculos. Es verdad que un niño recién parido puede ser mantenido durante un año por la leche de su madre, con muy poco alimento más, al menos no por arriba del valor de dos chelines, o su valor en mendrugos, que