Tienes que saber mirarte a vista de pájaro. Tienes que saber, por ejemplo, qué impresión causas en los demás, y saber también cuándo eres encantador y cuándo eres prepotente o ridículo o estás cohibido. Desde el punto de vista de la escritura personal sincera, desagrada o distorsiona lo mismo tenerte en demasiado poco y pensar que vales menos de lo que realmente vales que darte demasiadas ínfulas. La cuestión es empezar a inventariarse, para así poder presentarse al lector como personaje legible y concreto.