Fiebre de amor echa una mirada cómica y levemente irónica pero a la vez compasiva, tierna y desde la perspectiva de sus personajes sobre el amor y sus dificultades, representado aquí en las relaciones de dos parejas, una hetero y otra homosexual. En este campo de choques y encuentro de las emociones amorosas, la novela presenta a sus personajes directamente en acción, en divertidos y tensos diálogos en donde todos se juegan todo a cada momento y entre los que van y vienen los mensajes rimados y cantados de un mensajero ceceoso.
Bea está pasando un momento de intensa decepción amorosa porque su amor Nando, gran seductor y cínico casanova, la ha abandonado por Gladys, y busca consuelo en la compañía de Livio Delludi, profesor universitario de teología y su secreto enamorado.
Para alejar de Bea a Nando, Livio trata de comprarlo con un puesto de profesor en el departamento que dirige, pero queda a su vez encantado por él. Pronto aparece Sofía, prima de Bea e interesada en Livio, quien fingiendo ayudarlo en su propósito, trata de atraerlo para sí. Mientras tanto Bea quiere conocer a Gladys y se presenta ante ella en calidad de encuestadora y Nando trata de reconquistar a su viejo amor porque no soporta la idea de verla con otro.
Livio conoce a su vecino Simón, homosexual muy enamorado de Polo, su pareja y Bea vuelve a caer bajo el encanto de Nando, mientras Simón sufre la ausencia de Polo, que viaja a Rusia en su trabajo de periodista. Bea sufre una nueva decepción con Nando y Livio, sin poder soportar sus celos, decide retirarse a una clínica en la isla de Murano. Mientras Sofía seduce a Livio, Gladys se acerca a Bea con un proyecto económico-amoroso y Simón está como loco por la desaparición de Polo, quien se enamoró de una rusa bastante hombruna. Cuando al fin Livio y Bea caigan uno en brazos del otro aparecerá el demonio de los celos corroyendo su pasión.