Desde que era niña, Masechaba sueña con hacerse médico y salvar vidas. En una joven Sudáfrica que no ha cerrado en absoluto las heridas de su pasado, la medicina le parece una vía ideal para contribuir a apaciguar el sufrimiento de una sociedad todavía xenófoba, machista y supersticiosa. Pero a la vez que trata de aliviar el dolor ajeno —trabajando en un hospital con pocos recursos y enfrentándose a diario con las penurias del sistema público de salud, que muchas veces pondrá a prueba su vocación— Masechaba tiene que lidiar con sus propios demonios: los fuertes dolores de menstruación y la vergüenza asociada a la misma, el duelo por el suicidio de su hermano y las presiones de una madre profundamente religiosa y reaccionaria que trata de alejarla de su única amiga, Nyasha, una combativa chica de Zimbabue que hará abrir los ojos a Masechaba sobre la creciente tensión xenófoba que acarrean los ecos del apartheid. A través de la experiencia personal de la protagonista —álter ego de la joven novelista sudafricana Kopano Matlwa—, Florescencia capta la atmósfera violenta y confusa de la Sudáfrica actual y reflexiona perspicazmente —desde una perspectiva que prolonga y renueva la de Nadine Gordimer o J.M. Coetzee— sobre las cuestiones de raza, pobreza y género. Masechaba será víctima de la cultura de la violación imperante, de la corrupción y el crimen institucionalizado en el sistema público de salud, de la xenofobia y la falta de oportunidades para los jóvenes con talento. El diagnóstico de un presente enfermo a través de una mirada pura y una prosa tan exacta que provoca lágrimas y escalofríos.