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Mohamed Mbougar Sarr

La más recóndita memoria de los hombres

  • Adal Cortezцитирует2 года назад
    El azar no es más que un destino que ignoramos, un destino escrito con tinta invisible.
  • Rafael Ramosцитирует7 дней назад
    sé lo asesina que puede ser la espera, por qué, sé por qué, espero porque amo, es así de simple, espero porque amo y espero ser amada a cambio aun cuando nada aparezca en el horizonte de la gran espera, línea vacía que dejaré de observar un día para entregarme por fin, y ese día entraré en el cementerio y ocuparé mi sitio y nadie más me hará sufrir, y nadie más podrá decir que no he esperado, habré ido hasta el mismísimo fondo de la espera, al fondo de la sed que toda el agua de la tierra no habría sabido contener y que solo habría sabido calmar la gota del regreso, pero tengo claro que entre esa gota y yo se extiende un desierto inmenso, pero esta noche es una noche de paz, no quiero pensar en todo eso, la tierra se mueve y veo claro, me encuentro bien, me encuentro mejor
  • Rafael Ramosцитирует7 дней назад
    nadie debería tener que esperar lo que se ha marchado sin fecha de regreso posible, quizá sin regreso posible, pero sigo esperando, espero desde, pongamos, ay, a la mierda todo, qué engorro e ilusorio pretender calcular la espera, que por otra parte no se mide en horas días meses años, sino en unidades de medida de la descomposición del alma: caídas existenciales, apocalipsis espirituales, extinciones mentales y morales, unas después de otras, mientras esperamos, o porque esperamos, y sin embargo siempre viva, familiarizada con la nada, luchando contra lo que hay detrás de la nada y que no tiene nombre, o si lo tiene yo no lo conozco, pero viva, bien viva en mi silencio, es asombroso lo largo que puede ser caer, y aún más asombroso ver lo vivas que pueden estar las personas mientras caen
  • Rafael Ramosцитирует7 дней назад
    Los blancos llegaron, y algunos de nuestros hijos más valerosos se volvieron locos. Locos de atar. Locos de amor por ellos, sus amos. Assane y Elimane formaron parte de estos locos. Abandonaron a Mossane, y ella, a su vez, empezó a volverse loca.
  • Rafael Ramosцитирует7 дней назад
    ¿Cómo explicarlo? ¿Por un fallo personal inscrito en sus genes? ¿Por la capacidad de seducción de la civilización blanca? ¿Por cobardía? ¿Por detestarse a sí mismos? No lo sé. Y mi ignorancia es precisamente el núcleo del drama. Los blancos llegaron, y algunos de nuestros hijos más valerosos se volvieron locos. Locos de atar. Locos de amor por ellos, sus amos. Assane y Elimane formaron parte de estos locos. Abandonaron a Mossane, y ella, a su vez, empezó a volverse loca.
  • Rafael Ramosцитирует7 дней назад
    Por la noche lo noté, muy en el fondo, invadido de una gran y hermosa tristeza, a menos que fuese la mía.
  • Rafael Ramosцитируетв прошлом месяце
    Llega entonces el tiempo en que aprendemos a comprender, a huir, a encerrarnos, a fingir, a trampear, a curarnos más rápido. O a morirnos. El caso es que el tiempo siempre enseña. Pero hace falta tiempo para aprender del tiempo. Y el niño solo está en el principio del tiempo.
  • Rafael Ramosцитируетв прошлом месяце
    Lo quise porque quise a Mossane. Los meses de cólera no habían cambiado mis sentimientos por ella. Muy al contrario, me pareció que aquel período en el que había odiado a Mossane no había matado mi amor por ella; más bien, me había revelado sus razones profundas, su necesidad. Al exponerlo al peligro de la destrucción, este paréntesis de decepción había reavivado mi amor.
  • Rafael Ramosцитируетв прошлом месяце
    Tú me has matado en tus pensamientos y en tus deseos, por más que me mates en los libros que escribirás –he visto, aunque no te creas mis premoniciones, que escribirás libros más adelante, libros donde me matarás con tus palabras–, entérate de que estoy y siempre estaré aquí. Yo soy tu espina. Si me arrancas, morirás. Y hasta una vez muerta seguiré aquí.
  • Rafael Ramosцитируетв прошлом месяце
    A veces me pregunto cómo acabó. Me pregunto cuáles serían sus últimos pensamientos. ¿Pensaría en nuestra infancia, en Tokô Ngor, en la voz de nuestra madre Mboyil diciéndonos néné, en mí, en Mossane, en los misioneros blancos que lo habían educado, en el hijo que había abandonado y al que no vería? ¿Murió solo? ¿Brutalmente? ¿Sufrió? ¿Le dio tiempo a ser consciente de que se moría? No me pregunto todo esto por empatía con Assane. Me lo pregunto porque los últimos momentos de los hombres me fascinan. Ahí solo hay un resultado posible, un arrepentimiento valioso, una confesión sincera, una mirada honesta a uno mismo. La vida nos pertenece en el instante en que se nos escapa.
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