Luis nos dice que la versión zapoteca del juego de pelota (opuesta a la versión posterior, «degenerada», de los aztecas..., pero quizá Luis, como zapoteca, es parcial) no tenía que ver con la rivalidad, sino que era más afín a un ballet, un movimiento interminable, que nunca se resolvía, entre la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, el sol y la luna, el macho y la hembra, la lucha interminable, la dinámica del cosmos. En ese juego sin goles no había ganadores ni perdedores.