Al comparar las invenciones humanas con la infinita inteligencia de las flores, Maurice Maeterlinck (1862–1949) propone ideas sorprendentes, tales como afirmar que con seguridad se podría decir que las flores tienen ideas del mismo modo que los seres humanos. En esta obra Maeterlinck explora el misterio de las plantas y ahonda en la reflexión filosófica que trata de explicar el mundo natural. El asombro que le produce el aparentemente silencioso reproducirse de las plantas y de las flores, lo lleva a interesantes reflexiones sobre la vida de la naturaleza y sobre el arte. Evoca aquella con una profunda poesía, y la exhaustiva observación de la vida de las flores se ve desbordada por reflexiones en torno del universo, el infinito, la eternidad, los destinos humanos, los afectos que se agitan en el hombre, lo racional y lo irracional.