Momo

En la noche brilla tu luz.
De dónde, no lo sé.
Tan cerca parece y tan lejos.
Cómo te llamas, no lo sé.
Lo que quiera que seas:
¡luce, pequeña estrella!
(Según una vieja canción infantil de Irlanda.)

Algunas cosas necesitan su tiempo, y tiempo era lo único que Momo tenía de sobra.

Y cuando escuchaban los acontecimientos conmovedores o cómicos que se representaban en la escena, les parecía que la vida representada era, de modo misterioso, más real que su vida cotidiana. Y les gustaba contemplar esa otra realidad.

Porque el tiempo es vida. Y la vida reside en el corazón.

Los trabajadores tenían tiempo para trabajar con tranquilidad y amor por su trabajo, porque ya no importaba hacer el mayor número de cosas en el menor tiempo posible.

Uno se vuelve totalmente indiferente y gris, todo el mundo parece extraño y ya no importa nada.

—¿Qué enfermedad es ésa?

—Al principio apenas se nota. Un día, ya no se tiene ganas de hacer nada. Nada le interesa a uno, se aburre.

Cuanto más lento, más aprisa»

A esto vino la enigmática respuesta: «El camino está en mí».

hombres —gritó la voz, en falsete— hace tiempo que son inútiles. Ellos mismos han convertido el mundo en un lugar donde ya no hay sitio para ellos