Tu piel tiene que ser suave
y a la vez arañar como mil cristales rotos.
Porque encierras en una sola mirada
la dulzura y la ferocidad
de alguien que ha tenido el alma rota.
La ferocidad de un niño
cuando camina por primera vez,
cuando da su primer salto,
cuando sufre su primer traspié.
Feroz,
feroz como una manada de lobos
aullando en plena noche
sin importarles si la luna está llena o no.
Tan feroz como desnudarte para alguien,
como hacer el amor por primera vez,
como la primera vez que te parten el corazón,
como bañarte en altamar,
como saltar de un avión sin paracaídas,
como volar,
como atreverse,
como soñar.
Como mirarte.
Como mirarte y descubrir,
que escondes universos en la mirada.
Universos que hablan de mí.
Universos en los que me reconozco.
Feroces e inolvidables,
como cruzar una llanura contigo.