La familia de la protagonista alimenta su día a día de sueños distantes, cuando no imposibles: la interminable construcción de una casa donde al fin podrán ser felices, la búsqueda de remedios alternativos para la enfermedad incurable que mata lentamente a la madre, los viajes por diversos pueblos de México para convivir con una parentela que parece formada por extraños.
La novela está escrita como una autobiografía que se deja escribir al calor de los recuerdos, dentro de su narrativa van encontrando los episodios más dispares, que al final dibujan una vida: el fanatismo religioso que inculca miedos a diestra y siniestra en los niños, los tropezones de la incipiente vida amorosa de una adolescente que no termina de conocer sus sentimientos, la desbandada de la mayoría de edad que la lleva a alejarse de su mayor motivo de tristeza, el hecho de que su madre va a morir, pero mientras tanto perderá facultades y el dolor dominará su vida.
«Buscando entre los autores contemporáneos mexicanos existen muchos que brindan una especie de tranquilidad en el mar de los libros, son aquellos que te brindan historias cotidianas pero no por ello son lugares comunes. La belleza de sus textos radica en ir de la mano de los personajes que se vuelven entrañables. Es por ello que nos acercamos a Gilma Luque.» Diana López