La anécdota la concluía el carnicero quien –siempre en el relato del humorista– bebiendo un té de tilo le dijo: “Don Tato, no se ofenda, pero esto se llama retorno al pasado”. Así, el regreso del peronismo en 1973 aparecía como un retorno a una Argentina autoritaria, prepotente y vigilante a la que una mayoría de las clases medias no celebraba volver