La Ciudad de México, con aquellos pliegues de miseria y también con su abundante generosidad, permitió, y a veces exigió, que el lazo matrimonial, que todavía se mantenía fuerte en el campo, se volviera frágil. La capacidad de reflexión de los hermanos Sánchez es, en su conjunto, impresionante y, en cuanto al tema matrimonial, es Manuel quien nos brinda el análisis perfecto:
Cuando el pobre examina lo que cuesta una boda, se da cuenta de que no le alcanza. Entonces se decide a vivir de esta otra forma, sin el matrimonio, ¿ves? Simplemente toma a la mujer, como hice yo con Paula. Además, el pobre no tiene nada que dejarle a sus hijos y por eso no es necesario protegerlos legalmente. Si yo tuviera un millón de pesos, o una casa, o una cuenta bancaria o algunos bienes materiales, me casaría por lo civil luego luego, para proteger a mis hijos como legítimos herederos. Pero la gente de mi clase social no tiene nada. Por eso yo digo: mientras sepa que son mis hijos, me vale lo que piense el mundo.