Ginko Ogino parece destinada a una vida convensional, dominada por la sociedad machista del Japón del siglo XIX. Pero cuando su marido le contagia la gonorrea, una enfermedad entonces incurable, conce al soledad y la marginación. Incapaz de soportar la humillación de ser examinada por hombres, los únicos autorizados a ejercer la medicina occidental, decide convertirse en la primera doctora de Japón.