La multitud es una suma negativa de los hombres, no llega a cobrar jamás una conciencia superior. Es animal, pero como los propios animales, pura, mejor entonces, peor también, que el hombre.
La multitud es el coro, el destino, el canto terco.
Puede preguntarse dónde termina, pues no tiene fin.
Como preguntar yo mismo dónde comienzan mis propios límites, distinguiéndome del coro, y en qué sitio se encuentra la frontera entre mi sangre y la otra inmensa de los hombres, que me forman.
Soy el contrapunto, el tema análogo y contrario. La multitud me rodea en mi soledad, en mis rincones, la multitud pura, la guerra, la multitud de México, ronca de ocultas Iágrimas, la profunda multitud soviética, encendida, que rodeaba a Stalin, que me rodea, que te rodea.
Un ojo absoluto se estableció para perseguir a Caín. Y Caín miró este ojo en todas partes, pero sobre todo en su soledad. El ojo, el coro, el destino, la multitud, la historia.