Justo en el centro, a mitad de camino entre el principio y el fin, está el hombre. No es ni lo creado ni el creador. Pero es la entraña misma de la creación. Tiene por un lado lo primordial desconocido de lo que emana toda creación; por otro, el universo entero de lo creado, también el mundo de los espíritus mortales. Pero el hombre es algo bien diferenciado y ajeno a ambos; es la creación misma, lo que es perfecto