¿Ahora quién me aúpa?, pregunta Ema cuando está cansada de caminar. Entonces el papá Venancio la lleva de caballito. Y si se queda dormida en el sillón, también él la lleva en brazos hasta la cama. Un día todo se puso raro. Venancio no llegó silbando como siempre, ni le dio a Ema un beso en la nariz ni le revolvió el pelo con la mano.