La lectura de libros ha sido siempre una de las actividades más peligrosas, pues en ellos encarna una de las formas de resistencia más importantes: cuestionar el orden dado, abrir el espacio para inventarlo. La edición independiente —de alto riesgo le digo yo—, hacer libros que cuestionan el canon, cualquiera de los cánones, tanto en las temáticas que abordan como en la forma en que lo hacen, haciendo volar (concebir desde otra mirada) pájaros en la cabeza y sembrando numerosos nidos y alas.